jueves, 28 de noviembre de 2013

Fuegos fatuos: la madre muerta

La revenante de Dreyer (Ordet, 1955)




“(S)i se muestra una muerta, evitar darle un aire seductor”[1]: podría desear que vuelva a la vida. 
“Dame la palabra que puede resucitar a la muerta”. (Johannes en La palabra, Dreyer).
 Y todo vuelve a comenzar. ( Mishima junto a Canada. Vídeo del tema: Tot torna a començar).




[1] W.H.Hays, R.P. Daniel Lord, Código de Producción, 1934.


viernes, 8 de noviembre de 2013

"Sobre la tarea del historiador". Análisis del ensayo de Wilhelm von Humboldt


 Johanna Caplliure
Septiembre 2012
 


SOBRE LA TAREA DEL HISTORIADOR. WILHELM VON HUMBOLDT

Contexto y problemática general de Sobre la tarea del historiador de Wilhelm von Humboldt.

CONTEXTUALIZACIÓN:
Wilhelm von Humboldt nació en 1767 en Postdam en el seno de una familia burguesa que había devenido noble; en su época fue respetada por dar a luz a importantes investigadores y pensadores para la cultura germana del momento. Además de asumir su título como barón, Wilhelm von Humboldt se convirtió en una de las figuras de prestigio junto a su hermano Alexander von Humboldt en el terreno del conocimiento. Por un lado, W. von Humboldt se dedicó al campo de las letras: investigación de lenguas, literatura o arte y teoría política y de la educación. Y por otro lado, su hermano- Alexander von Humboldt- se centró en las ciencias, principalmente en la naturaleza y la geografía.  Podemos decir que el dúo de hermanos se convirtió en un importantísimo aporte al conocimiento de su nación, Prusia.

Sus orígenes académicos, sus estudios universitarios, le declinaron por el Derecho jurídico que de algún modo le serían útiles en su posterior vida como diplomático y como académico reformista en la Universidad.  Sin embargo, pronto dio un viraje a su dirección profesional y se dedicó a la investigación interesándose por las lenguas clásicas, su genealogía e incluso lenguas “exóticas”: el euskera – pensemos cómo sería de sorprendente que un alemán del siglo XVIII concentrara sus intereses por una de las lenguas de las comarcas hispanas-.  Aún así la proyección de su carrera que había comenzado en el Departamento de Justicia le haría convertirse en un buen embajador de su país.

La línea de continuidad filosófica que desarrolla Humboldt es la del idealismo kantiano. Las cuestiones que trata – como podremos vislumbrar del comentario de Sobre la tarea del historiador- siempre se vehiculan hacia un interés político del Estado y por tanto de la res publica. Estas preocupaciones son compartidas con otros filósofos de su época como el propio Kant cuyo proyecto se desarrolla bajo la idea de encontrar una vida activa políticamente, o, también, Fichte. De hecho, sus intereses por los problemas y cuestiones políticas para la nación le convertirían en un hombre de estado, como ya hemos avanzado con anterioridad. Otros personajes de relevancia con los que tuvo relación fueron Goethe, Schiller y Wolf: el mundo de la cultura y la política le hicieron devenir un hombre que trabajaba por los intereses de su nación.

Por otro lado, es imprescindible advertir del papel fundamental que tuvo Humboldt en la defensa de una reforma de la construcción académica, de la Universidad, que le llevó a convertirse en el fundador de la Universidad de Berlín. Así que su papel como hombre de Estado y académico le hacen posicionarse como personaje de trascendencia en su nación, como reiteramos, y en su época.

En cuanto a Sobre la tarea del historiador, debemos decir que se trata de un texto pronunciado para el acto inaugural del 12 de Abril de 1821 en la Academia de las Ciencias en Berlín. Este texto que un año después fue publicado por la misma Universidad corresponde a la línea de los escritos históricos de Wilhelm von Humboldt junto a Sobre las leyes del desarrollo de las fuerzas, El siglo XVIII, Consideraciones sobre la historia mundial o Consideraciones sobre las causas motrices en la historia mundial. Todos estos son breves y se caracterizan principalmente por su carácter idealista en los que el papel del Estado es primordial a la hora de garantizar seguridad y bienestar al ciudadano. En el caso de Humboldt como en el de sus coetáneos idealistas, Razón e Historia se vinculan para dar explicación a las cuestiones histórico-políticas.


Schiller, Wilhelm y Alexander von Humboldt junto a Goethe  en Jena
 
IDENTIFICACIÓN DEL TIPO DE PROBLEMA GENERAL QUE ABORDA.
Podemos identificar la problemática que aborda Humboldt en el texto como una cuestión ontológica en cuanto que define y explica la esencia de nociones como idea, fuerza, individuo, historia, y todo para resolver la cuestión de la tarea del historiador. Las entidades que definen la historia, los acontecimientos, son las ideas, fuerzas e individuos. Y además, pone de relieve las relaciones entre subjetividad/objetividad, interior/exterior, visible/invisible; todas ellas son nociones que se preguntan por problemas de carácter ontológico.
También podría entenderse, de manera “extra”, como una problemática epistemológica, aunque este no sea su principal objetivo. Puesto que no es la reflexión sobre la fidelidad o la verdad de conocimiento que produce la historia, sino más bien la manera de definir la historia a partir de la noción de idea y fuerza.
Así, dentro del texto pasamos de un primer lugar en el que definir cuál es la posible tarea del filósofo, identificándola o comparándola con otras tres profesiones, a otro lugar muy distinto que se origina en la tercera comparación (el historiador y el artista) y que nos presenta la teoría historiográfica de las ideas de Wilhelm von Humboldt.


Estudio de la obra Sobre la tarea del historiador.

PROBLEMÁTICA ESPECÍFICA A LA QUE RESPONDE EL TEXTO Y FRENTE A LA CUÁL SE SITÚA.
“La tarea del historiador es la explicación de lo sucedido”. Con esta oración Wilhelm von Humboldt da abertura a su discurso inaugural. Si escogemos esta misma apertura es porque en ella hallamos la clave del desarrollo de toda la conferencia y el problema al que intentará dar respuesta el autor alemán. Esta oración, como nos aconseja Jorge Navarro Pérez en La filosofía de la historia de Wilhelm von Humboldt, alberga dos conceptos por los que debemos preguntarnos: la “explicación” y lo “sucedido”. Puesto que estas dos nociones encadenan con otras dos indispensables en el discurso de Humboldt, me refiero a la historia y a la historiografía. Ambas nos sitúan en la problemática de cómo hacer una historia fiel y verdadera, y entender qué es la historia para Humboldt.

IDENTIFICACIÓN Y DEFINICIÓN DE LOS CONCEPTOS CENTRALES:
Fuerza:

La noción de fuerza es fundamental en la ontología de Humboldt. Para el pensador alemán lo que “es” son fuerzas vivas. Tomando esta noción se aleja de las abstracciones de Kant (razón absoluta) y Fichte (yo absoluto) y se precipita en la definición de la unidad del género humano y la relación entre naturaleza y espíritu.
El concepto de fuerza es una de esas armas que empleará para combatir el mecanicismo, rechazando las relaciones matemáticas como las más explicativas de la naturaleza y vinculándose a la definición de una acción continua que presenta cada ser vivo. La fuerza, como recoge Navarro Pérez del texto El siglo XVIII del mismo Humboldt, es activa y se asienta en el interior del ser: “Ninguna fuerza viva se comporta de una manera meramente pasiva frente a la influencia exterior; por más que pueda ser fortalecida, conducida o apoyada desde fuera, todo lo que sucede en ella es sólo la obra de su energía propia e interior”.[1]
La fuerza subyacente (causa autónoma y originaria) es el nexo por el cual se dan las relaciones entre los fenómenos del género humano. La fuerza subyacente tiene una vertiente ontológica: ella es lo verdaderamente real. Para salvar el abismo entre el orden del ser y el orden del discurso, Humboldt recurre a dos tipos de argumentos: 1º derivarían de los peligros de aceptar su tesis, 2º modalidades cognoscitivas de inseguro estatuto, intuición.
La tesis ontológica de Humboldt, según la cual lo que “es” es fuerza, implica la imposibilidad de un conocimiento exhaustivo de la realidad -tanto “interior” como “exterior”-, pues “la actuación futura de las fuerzas es incognoscible”. [2]

Llegados a este momento vamos a  ver cómo Humboldt trata esta noción en Sobre la tarea del historiador.   

Tras definir primeramente la tarea del historiador como la exposición de lo sucedido, Humboldt comienza la caracterización de la “exposición” y de lo “sucedido”, y arremete en cómo exponer lo sucedido iluminado por la “verdadera luz”. Así el historiador se enfrenta al primer problema que conlleva su ciencia: exponer con fidelidad y verdad los acontecimientos. La primera dificultad a la que hace frente es la concepción de la historia como un conocimiento fragmentario e inextricable y la del historiador como mero “captor y reproductor”. Humboldt comienza esta exploración comparando la tarea del historiador con la del poeta y ofrece una primera aproximación al concepto de fuerza como acción formadora de realidad:
“La verdad de todo lo sucedido reposa en la adición de aquella parte invisible de todo hecho antes mencionada, por lo que el historiador tiene que añadirla”. “(…)[E]l historiador es espontáneo e incluso creador, ciertamente no en el sentido de que produce lo que no está presente, sino en el de que a partir de su propia fuerza forma lo que no pudo percibir con la mera receptibilidad tal como es en realidad.” “Al igual que el poeta, pero de una manera diferente, ha de elaborar en sí mismo lo que ha reunido de lo que encontró esparcido hasta hacer de ello un todo”.


El segundo momento en el que aparece la noción de fuerza se inscribe en el intento de dar respuesta a la problemática de la historia como producción subjetiva y conocimiento objetivo y que Humboldt, una vez más, intenta resolver- en este caso- bajo la noción de “sentido de la realidad”. El “sentido de la realidad” es una de las tareas que el historiador debe acometer despertando y vivificando el espíritu de manera subjetiva, pero también objetivamente a través de la exposición. “Toda aspiración espiritual por medio de la cual se actúa sobre todo ser humano posee algo a lo que se puede denominar su elemento, su fuerza operante, (…)”.[3] Pero esta fuerza operante debe ser entendida bajo un nexo interior que reúne todas las fuerzas bajo una necesidad.

En un tercer momento le pide al historiador que en la exposición ordene los elementos de esta manera:
“El historiador ha de separar lo necesario de lo contingente, descubrir la sucesión interior, hacer visibles las fuerzas verdaderamente operantes para dar a su exposición la figura en que descansa no un valor filosófico imaginado o prescindible, ni el encanto poético de la misma sino su exigencia primera y más esencial: su verdad y fidelidad.”[4]

Y añade algo más tarde para la realización del acometido, que “ha de estar familiarizado con la constitución, la actuación y la dependencia recíproca de estas fuerzas, del mismo modo que la visión completa de lo particular presupone siempre el conocimiento de lo general bajo lo que está concebido. En este sentido tiene que estar dirigida por ideas”. [5] En un acercamiento a la definición de las ideas da un carácter anti-naturalista a la acción de las fuerzas.
No obstante, incide en su crítica a una historiografía filosófica y teleológica arguyendo que no es la manera de acceder a la verdad de la realidad, puesto que esta se centra en las causas finales de la historia como esencia de esta y olvida o pervierte la actuación libre de las fuerzas[6]. Además, defiende la acción de las fuerzas siempre que esta sea dirigida por las ideas: “como la historia es obra de fuerzas vivas y por tanto posee un nexo interior, su comprensión ha de estar dirigida por ideas (XXXI)”. Por eso debe investigarlas y “controlarlas” mediante las ideas: “el historiador tiene que dirigirse a las fuerzas operantes y creadoras”.[7] “El historiador proyecta por medio del estudio de las fuerzas creadoras de la historia mundial una imagen general de la forma del nexo de todos los acontecimientos, y en este círculo se encuentran las ideas de las que hablábamos anteriormente”. [8]
Así observamos, como hemos comentado con anterioridad, que la noción de fuerza se configura a partir de su relación con otras nociones: ideas e individuo, y que encajarán profundamente en su conexión como veremos en la definición del resto de conceptos.


Individuo:
La noción de individuo servirá como hilo con el que fabricar un nuevo entramado al que unirse a las relaciones entre las fuerzas y las ideas que operan en la historia. Puesto que a este nivel transciende la problemática ontológica de la dicotomía universal/particular para hundirse en el papel de la humanidad y, por tanto, también en la del historiador al desarrollar lo individual de acuerdo con las normas universales. El individuo como parte de la humanidad pondrá de relieve otra problemática que atañe al discurso crítico de Humboldt: el enfrentamiento entre el mecanicismo natural y la libertad.

¿Cómo puede el individuo, creador y director de los acontecimientos de la historia de la humanidad, mostrar que ese “impulso libre y autónomo de una fuerza originaria” traspasa la acción subjetiva a una realidad objetiva y no fragmentada?
Desde el comienzo de la conferencia, Humboldt presentará la liaison entre las fuerzas operantes y las ideas como un “nexo natural”, el cual tendrá su corolario en la historia como una “sucesión interior” o “conexión de los fragmentos”. Y de alguna forma desvelará otros dos pares de dualismos: interior/exterior y finitud/infinitud: “Toda individualidad humana es una idea que tiene sus raíces en el mundo fenoménico, y de algunas irradia la idea con tanta brillantez que sólo parece haber tomado la forma del individuo para manifestarse en ella“.[9]
Aunque la individualidad se dé en el mundo de la causalidad natural, esta no queda bajo su gobierno, ya que en ella podemos encontrar “algo originario” inexplicable en términos físicos. Se trata de una “naturaleza interior” que se empeña en existir en el exterior. “Al desarrollar la actividad humana, queda en ella, tras quitar todas las causas que la determinan, algo originario que en vez de estar ahogado por aquellas influencias más bien las transforma, y en el mismo elemento hay un empeño permanentemente activo para proporcionar una existencia exterior a su naturaleza interior, propia[10]”. La idea dará esta salida al exterior en la acción de la humanidad marcando la dirección de esta en la historia mundial.

La fuerza originaria, según la teoría de Humboldt, es la que define al individuo. Estas fuerzas comprendidas en la historia serían las que concretarían la conformación de la historia de la humanidad.

La conciliación de las fuerzas operantes y las ideas parece darse a partir de los fines de la humanidad(progreso) que pueden plasmase en la historia que es construida por estas dos nociones redibujadas: fuerza moral (fuerzas operantes) y gobierno del mundo (ideas).

Ideas:

La noción de idea es fundamental en la teoría historiográfica de Wilhelm Humboldt. La idea cobra un rol principal en cuanto dirige las fuerzas originarias del individuo. Una vez más, Humboldt enlaza un concepto a otro para definirlos. En este caso, como podemos observar, la idea se situará en su teoría ontológica anti-mecanicista y dará respuesta al dualismo finitud/infinitud: “fuera del círculo de la finitud, pero rigen y dominan en todas partes de la historia mundial”.[11]
Las ideas se manifiestan de maneras distintas y de estas manifestaciones el historiador debe dejarse dirigir y salir del mero mundo de los fenómenos. Así, la idea le conduce a dos caminos distintos: 1º le orientan: “se apodera irresistiblemente de muchos” y 2º como generación de fuerza “que su alcance y en su eminencia no es derivable a partir de las circunstancias que acompañan”.[12]

Pero la idea no solo conecta con las fuerzas, sino también con el individuo. El individuo tiene un origen natural, no obstante no deja de ser libre por ello. “Toda individualidad humana es una idea que tiene sus raíces en el mundo fenoménico”.[13]

Finalmente Humboldt recupera la teleología que tanto había criticado para darle un giro a través de la noción de idea: “toda la historia es sólo la realización de una idea, en la idea se encuentran al mismo tiempo la fuerza y el objetivo”.[14] Por lo tanto, el fin de la historia se halla en “la  realización de la idea a exponer por medio de la humanidad, en todos sus lados y en todas sus figuras en que la forma finita es capaz de conectarse con la idea”. La noción de idea permite a Humboldt presentar una actividad capaz de darse a sí misma una orientación que es dada desde el exterior.




EXPOSICIÓN DEL PLANTEAMIENTO O POSICIONAMIENTO BÁSICO DEL TEXTO EN RELACIÓN CON LA PROBLEMÁTICA ESPECÍFICA.

La articulación del discurso gira en torno a la noción de historia e historiografía cuyo planteamiento se va desarrollando de manera paulatina a lo largo del texto. Ambas nociones van sumando otros conceptos que van perfilando el lugar en el que son situadas estas. Así observamos que la historia y la historiografía se van entrecruzando constantemente y una va precisando a la otra a través de la concordancia de una serie de tesis que se concretan a partir de otras nociones. Las nociones que atraviesan principalmente la definición de una y otra son las ya mencionadas anteriormente: fuerza (fuerzas operantes, fuerzas originarias), individuo (individualidad humana), ideas; pero también: realidad, humanidad, nexo interior, gobierno del mundo, fin de la historia.
Si destacamos estas nociones que dan cuerpo a las tesis que plantea Humboldt es fundamentalmente porque ellas edifican el proyecto de una teoría historiográfica de las ideas. Podríamos decir que la posición principal que defiende Humboldt en Sobre la tarea del historiador es la de una “ciencia histórica muy humana”. A saber, una historia que acontece a través de las fuerzas operantes que son dirigidas por las ideas. La idea es la dirección del género humano en la historia mundial. Por lo tanto, su defensa de un idealismo le hace enfrentarse al empirismo, al positivismo y a ciertas teorías mecanicistas que quedan insertas en todo el texto.


TESIS O AFIRMACIONES MÁS IMPORTANTES DEL ESCRITO, EXPLICACIÓN DE LOS ARGUMENTOS UTILIZADOS EN LAS DEFENSA DE LAS AFIRMACIONES Y COMENTARIO DE LAS TESIS.

En primer lugar y antes de introducirnos en las tesis que defiende Wilhelm von Humboldt en Sobre la tarea del historiador, vamos a comentar de manera sucinta la estructura en la que se desarrolla el texto.

Como ya hemos dicho anteriormente, el texto es una conferencia que se pronunció  en la Academia de Ciencias de Berlín y que fue publicada por esta un año más tarde. La conferencia tiene como pretensión dar respuesta a la frase con la que se inaugura el discurso: “La tarea del historiador es la exposición de lo sucedido”. La manera de proceder de Humboldt es, como hemos dicho, muy arriesgada al atravesar las nociones sumando complejidad en su desarrollo a lo largo de todo el texto. Este riesgo tomado por el pensador alemán dificulta la lectura, puesto que se tiene que tener una visión profunda y continua del desarrollo discursivo para poder comprender y acceder al significado completo de las tesis y de los conceptos tratados.
La conferencia se articula en dos partes. La parte inicial aborda las primeras definiciones con la que identifica la tarea del historiador. O sea, la exposición de los hechos y los propios hechos. Y más tarde, concentra la definición de conceptos que aclaran el quehacer del historiador a partir de la triple comparación con otras disciplinas. En la profundización de la tercera comparación se abre la segunda parte de la conferencia que reúne las tesis más importantes para defender su teoría historiográfica de las ideas.

En este orden, siguiendo la estructura del escrito, pasamos a identificar las tesis y las ideas principales del texto.
La primera parte del texto, como venimos de decir, se concentra en definir dos de los conceptos más importantes que albergan dicha sentencia: la “exposición” y lo “sucedido”.  A saber, la historiografía y la historia respectivamente. Para ello, -como hemos hecho referencia en otra sección- Humboldt entrecruzará las nociones que puedan definir a una y a otra a lo largo de toda la conferencia enriqueciendo la manera de caracterizarlas. En un primer momento y teniendo en mente siempre dirigirse por la “luz verdadera”, en la verdad y fidelidad, afirmará que la historia no es fragmentaria sino que por lo contrario los acontecimientos que la conforman están conectados por un “nexo causal interior”.  Lo sucedido es visible al mundo sensible solo en parte: “Lo que aparece de ello está esparcido, roto, aislado; lo que conecta este fragmento, pone lo individual en su verdadera luz y da figura al todo está arrebatado a la observación inmediata”.[15] Por eso, es importante en la tarea del historiador que exponga con claridad esas partes invisibles a primera vista. “La verdad de todo lo sucedido reposa en la adición de aquella parte invisible de todo hecho antes mencionada, por lo que el historiador tiene que añadirla”.[16]  Aquí surge la primer tesis: tanto el historiador como la historia (sujeto y objeto de la ciencia historiográfica) tienen carácter humano. Por lo tanto, el historiador deberá profundizar en su propia humanidad para entender lo sucedido.
Esta primera tesis deriva de una mayor en la que se concibe la historia como sujeto y objeto de su estudio.  De esta manera, Humboldt defiende la tarea del historiador como pura acción: no se trata de reproducción, sino de creación y espontaneidad. La historia es el resultado de las acciones humanas, por eso es importante que se entienda el papel del historiador como la de un agente activo.  Por eso, su tarea no se limita a añadir lo no visible sino que su objetivo de encontrar la verdad de la historia debe tomar dos caminos: 1º aquel que versa en “el estudio exacto, imparcial y crítico de los sucedido” y 2º “la conexión de lo investigado, la adivinación de lo alcanzable por aquellos medios”.[17]

Con el fin de explicar la tarea del historiador como acción cercana a la creación, la crítica o la adivinación -entre otras- Humboldt comparará esta con la labor del poeta, del investigador de ciencias naturales y del artista, arguyendo de cada una de ellas características útiles para hacer historia. Del poeta extraerá la imaginación que es diferenciada de la de este en cuento tenemos que entenderla como la “facultad de presentir “ y “don de conectar”. Así, como el poeta, el historiador “ha de elaborar en sí mismo lo que ha reunido de lo que encontró esparcido hasta hacer de ello un todo”.  Humboldt se inspira en la afirmación de Schiller encontrada en una carta a Goethe: “Schiller solía decir que el historiador, una vez que ha asumido todo lo fáctico mediante un estudio exacto y riguroso de las fuentes, tiene que construir a partir de sí mismo el material así reunido hasta hacer de él historia”.[18]


Del científico de la naturaleza en comparación con el historiador expondrá que los datos descriptivos de lo acontecido tampoco nos dan ninguna verdad, al igual que no hay que hacer uso de la invención para generar los vínculos entres los hechos sucedidos. Más bien se trata de “apropiándose de todo lo sucedido, el espíritu ha de comprender mejor el material realmente investigable, ha de aprender a conocer en él más de lo que es capaz la mera operación del entendimiento.“[19] Todo dependería de esa asimilación entre la investigación y el objeto investigado. Con esta comparación Humboldt pretende sumar a la no fragmentariedad de la historia (desarrollada en la comparación con el poeta) la forma de esta y romper con la tesis mecanicista de la naturaleza en defensa de una historia realizada a través de las fuerzas. “Y si en el caso del conocimiento de la naturaleza la forma hacía referencia al carácter vivo, no mecánico, del objeto de estudio, en el caso de la historiografía “forma” significa que la historia tiene carácter humano”. [20]

En la tercera comparación Humboldt analizará la tarea del artista con el fin de aclarar la distinción entre lo exterior y lo interior. “El mayor mérito de la obra de arte consiste en hacer manifiesta la verdad interior de las figuras, oscurecida en el fenómeno real”.[21] Los contornos exteriores de la figura  surgen  a partir del concepto y de la forma del todo. “La imitación del artista parte de las ideas, y la verdad de la figura se le hace presente sólo por medio de éstas”. [22] Mientras que el artista roza de manera fugaz la realidad, el historiador debe estar atento a la búsqueda de esta y profundizar en ella.
“El historiador, igual que el dibujante, no produce más que caricaturas si se limita a registrar las circunstancias individuales de los acontecimientos tal y como se presentan  aparentemente y situándolas una al lado de la otra, si no examina con rigor su nexo interior, ni se provee de la intuición de las fuerzas operantes, ni  conoce la dirección que timan en un instante determinado ni investiga su conexión con la situación del momento y con las transformaciones precedentes.“ (…)“el historiador ha de estar familiarizado con la constitución, la actuación y la dependencia recíproca de estas fuerzas, del mismo modo que la visión completa de lo general bajo lo que está concebido. En este sentido, la comprensión de lo sucedido tiene que estar dirigida por ideas”.[23]



El fragmento escogido nos lleva a la segunda parte de la conferencia en la que se expone una teoría historiográfica de las ideas. Así la tercera comparación a su vez nos lleva a la primera definición de la noción de idea y a la segunda tesis defendida por Humboldt: “como la historia es obra de fuerzas vivas y por tanto posee un nexo interior, su comprensión ha de estar dirigida por ideas”.[24]  Humboldt atiende a las fuerzas operantes como aquellas que actúan en el proceso de la historia. Aún así, debe investigar sobre el conocimiento que lleva a cierto resultado. Y ese conocimiento es lo que denomina ideas. En este primer momento las ideas sirven como nexo de comprensión.
Para evitar caer en un sentido falso de la historia, no fiel, Humboldt sostiene que las ideas participan de la plenitud de los acontecimientos y no es un contenido ajeno a esta: “no hace falta explicar que estas ideas surgen de la propia plenitud de acontecimientos, o dicho con más exactitud: brotan en el espíritu por medio de la consideración de los mismos emprendida con sentido auténticamente histórico, no han de ser prestadas a la historia como un añadido ajeno (un error en que fácilmente cae la denominada historia filosófica)”.[25]
El problema de la fidelidad de la historia es mayor por parte de la historia filosófica que por la poética. En estas líneas Humboldt está declarando su crítica a la historia filosófica o teleológica la cual se centra en los resultados de los acontecimientos en detrimento de las fuerzas.

Tras marcar las distancia por la historia filosófica, Humboldt traza la tercera tesis del texto que se centra en la cuestión de la objetividad y la subjetividad de las ideas. La tesis exactamente respalda la concordancia previa entre sujeto y objeto. La “concordancia originaria” entre sujeto y objeto pondría de relieve otra dualidad ontológica: interior/exterior y que también tienen un nexo que los une.  “Lo que puede hacer para aportar a la consideración de los acontecimientos de la historia mundial enredados laberínticamente e impresos en su ánimo la forma únicamente bajo la cual aparece su verdadera conexión es extraer esta forma de ellos mismos.”[26]
Esta teoría hermenéutica y ontológica es extrapolable a la historiografía y así lo arguye Humboldt: “En el caso de la historia, esta base previa del concebir está muy clara, pues todo lo que opera en la historia mundial se mueve también en el interior del ser humano”.[27] En esta sentencia podemos observar la concordancia no solo del sujeto y el objeto de la historia que es ella misma, sino entre lo particular y lo general; en ambos casos su nexo es la humanidad. Así retomamos la tesis de Humboldt reafirmando que la esencia que comparte el sujeto y el objeto es la humanidad.

A continuación, la conferencia continua desarrollando una de las tesis mantenidas anteriormente y que concierne a la relación entre fuerzas e ideas. Es decir, las ideas son el conocimiento de las fuerzas operantes en la historia. Las ideas poseen un nexo entre sí y las fuerzas actúan bajo las leyes de la naturaleza. Las ideas son la esencia de la historia. De esta manera pasa de una concepción subjetiva a otra objetiva. Pero surge un problema con el que lidia constantemente Humboldt, la adhesión de las leyes naturales a una concepción mecanicista de los acontecimientos. El pensador alemán intentará resolver este posible entuerto más adelante. No obstante, el problema se reconduce al definir el “nexo interior” en el que parece identificarse las fuerzas con cierto movimiento regular de las leyes próximo al mecanicismo que Humboldt resuelve al identificar las fuerzas con la libertad. “La historia aparece como un reloj muerto que sigue leyes inalterables y está impulsado por fuerzas mecánicas”[28]; “aquella determinación aparentemente mecánica obedece originariamente a impulsos que operan libremente”.[29]
Esta parte del texto recoge una crítica a tres diferentes historiografías. La primera como acabamos de tratar es la mecanicista, la segunda trata la fisiológica y la tercera, la psicológica.
Después de haber apuntado los primeros trazos de la primera, pasemos a la historiografía fisiológica. Bajo esta teoría las fuerzas vivas poseen en común “ciertas disposiciones, desarrollos, leyes”. [30] En el desarrollo de esta teoría se olvida el principio rector creador, las fuerzas vivas, a favor de la inclinación o movimiento de ciertos puntos.
Por su parte, la teoría psicologista se ocupa de las capacidades, sensaciones, inclinaciones y pasiones humanas. Sin embargo, aunque aparente tener esa idea común de humanidad con nuestro autor, Humboldt la rechaza por fragmentar de nuevo la historia; la desmenuza en historias individuales. Esta manera de hacer es la que más carece de carácter de historia universal, puesto que “degrada la tragedia de la historia mundial hasta convertirla en el drama de la vida cotidiana, induce demasiado fácilmente a extraer el acontecimiento individual del nexo del todo y a poner en lugar del destino del mundo un mezquino engranaje de motivos personales. “[31] 

La conclusión a la que llega Humboldt en la crítica de estas teorías es que ninguna sirve para conocer el nexo entre los acontecimientos históricos. Por eso, el filósofo alemán presenta su última tesis que desarrollará en este último tracto como posible solución a sus críticas. “Se haga lo que se haga, el ámbito de los fenómenos sólo puede ser concebido desde un punto fuera de él.  […] La historia del mundo no es comprensible sin un gobierno del mundo”.[32] El gobierno del mundo de Humboldt es traducible al gobierno de las ideas. De hecho, es a partir de este momento en el que define de manera concienzuda la noción de idea que se acompañará del dualismo ontológico que envuelve todo el texto interior/exterior, pero también, infinito/finito.  Como nos aclara Navarro Pérez, Humboldt introduce “el concepto de gobierno del mundo basándose en la necesidad subjetiva de explicar los fenómenos naturales por medio de una teoría no naturalista”[33], aunque todavía le queda dar el paso hacia la objetividad del concepto. Para ello se dirige a examinar las nociones de visible/invisible que proceden de la distinción entre lo finito y lo infinito. El historiador permanece en la finitud en cuanto no se le ha dotado de “un órgano para escudriñar directamente los planes del gobierno mundial, y todo intento en ese sentido le conduciría, igual que la búsqueda de causas finales, a extravíos.”[34] Sin embargo, la infinitud opera en la finitud y esto lo vemos mediante el “gobierno del mundo”, el gobierno de las ideas. Los acontecimientos de la historia están fuera de los fenómenos de la naturaleza. Estos acontecimientos se manifiesta por medios. Las ideas serán las que dirijan a las fuerzas operantes. Las ideas “de acuerdo con su naturaleza, se encuentran fuera del círculo de la finitud, pero que rigen y dominan la historia mundial en todas sus partes”.[35]
Con esta tesis, Humboldt no solo está afirmando que existe un orden instaurado en la historia, sino también que “está fundamentando ese orden en una instancia extra-histórica”. [36]
Así pasa a identificar dos tipos de manifestaciones de las ideas: la primera como orientación y la segunda como generación de fuerza. Con todo ello, Humboldt expone que la idea va más allá del fenómeno.
“La idea sólo puede confiarse a una fuerza espiritualmente individual, pero que el germen que ella deposita en ésta se desarrolla a su manera, que esta manera no se altera cuando el germen pasa a otros individuos, que la planta que brota de él alcanza por sí misma su florecimiento y su madurez y después se marchita y desaparece, independientemente de cómo se hayan configurado las circunstancias y los individuos, todo esto muestra que es la naturaleza autónoma de la idea quien consuma este curso en el fenómeno”.[37]

Con este extracto, Humboldt comienza a definir la individualidad humana. “Toda individualidad humana es una idea que tiene sus raíces en el mundo fenoménico. “[38] Para el autor alemán, esto significa que el individuo es un fenómeno que es dirigido por las ideas que le transforman en una realidad espiritual.
Tras exponer su teoría de las ideas, el texto finaliza con la recuperación de la teleología.  La teleología que ha criticado con anterioridad tiene el objetivo, pero no la fuerza. Sin embargo, Humboldt ofrece el concepto de idea como una actividad capaz de darse a sí misma orientación o de recibirla desde una finitud.
En el caso del fin de a historia, la idea es la dirección del género humano en la historia mundial. La historia es la proliferación de la individualidad que no es otra cosa que la conformación de la materia a través del influjo del espíritu.

 Johanna Caplliure

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:

Humboldt, W., Escritos sobre filosofía de la Historia, Madrid, Tecnos, 1997.
Navarro Pérez, J., La filosofía de la historia de Wilhelm von Humboldt, Valencia, Alfons el Magnànim, 1996.


[1] Humboldt, W., Escritos sobre filosofía de la Historia, Madrid, Tecnos, 1997, p.35

[2] Navarro Pérez, J., La filosofía de la historia de Wilhelm von Humboldt, Valencia, Alfons el Magnànim, 1996, p.44

[3] Humboldt, W., Escritos sobre filosofía de la Historia, Madrid, Tecnos, 1997, p.66
[4] Íbid. 68-69
[5] Íbid. 73
[6] Íbid. 71-72
[7] Íbid. 74
[8] Íbid. 75
[9] Íbid. 82
[10] Íbid. 83
[11] Íbid. 79
[12] Íbid. 80
[13] Íbid. 82
[14] Íbid. 84
[15] Íbid. 61.
[16] Íbid. 62
[17] Íbid.
[18] Íbid. 62
[19] Íbid. 65
[20] Navarro Pérez, J., La filosofía de la historia de Wilhelm von Humboldt, Valencia, Alfons el Magnànim, 1996, p.119
[21] Humboldt, p.69.
[22] Íbid.72
[23] Humboldt, p. 73
[24] Navarro Pérez, J., La filosofía de la historia de Wilhelm von Humboldt, Valencia, Alfons el Magnànim, 1996, p.126.
[25] Humboldt,  p. 73
[26] 74
[27] Íbid, op. Cit.
[28] Íbid.76
[29] op. Cit.
[30] Op. Cit.
[31] Íbid.77
[32] Íbid.78
[33] Navarro Pérez, J., La filosofía de la historia de Wilhelm von Humboldt, Valencia, Alfons el Magnànim, 1996, p.133
[34] Humboldt, p.79
[35] op.cit
[36] Navarro Pérez, J., La filosofía de la historia de Wilhelm von Humboldt, Valencia, Alfons el Magnànim, 1996, p.134.
[37] Humboldt, p.81
[38] Íbid, 82.