Silla BKF, 1938-1939, Grupo Austral. |
Del escaparate al museo o ¿del museo al escaparate?
Johanna Caplliure
Barcelona, 2009
En 1932 abrió las puertas el Museu d’Arts Decoratives de Barcelona en el
Palau Reial de Pedralbes, quedando clausurado durante la guerra y sólo
retornando a su lugar en 1985 con una nueva mirada más ampliada, innovando su
programa y fondos con una nueva vertiente a partir de la introducción del
diseño de producto con interés en la creación nacional contemporánea.
Bajo la voluntad de hacer comprender y llevar el buen uso del diseño, este
museo se ubica dentro de la dinámica de DISSENY Hub BARCELONA del Institut de Cultura de
Barcelona, donde la política de promoción de la investigación en este sector, así como
la colaboración con la industria y las empresas se convierte en la máxima de este centro. Como
la tercera rama de este centro- DISSENY Hub BARCELONA- toma cuerpo en el Museu Tèxtil i de la Indumentària, el Gabinet de les Arts Gràfiques, y evidentemente en el Museu
de les Arts Decoratives, la operación museística se concentra en albergar de manera
cronológica las artes del objeto y del diseño de producto. Es decir, hace una historia del objeto
de uso cotidiano desde las artes aplicadas en muebles, carruajes, relojes,
papeles pintados, vidrio y tapices, hasta el diseño de productos bajo
diferentes tipologías y soluciones.
Tras esta introducción a los hechos desde la ubicación de uno de los museos
más ricos en ejemplos, se nos presenta una cuestión principal a atender: la aplicación
museística de objetos de la vida cotidiana y la incorporación del diseño a
nuestras vidas. Aunque parece un tema totalmente natural y de gran actualidad,
no deja de conllevar ciertas suspicacias.
La museización de los estilos de vida, de los elementos de la cotidianidad,
de las mercancías, productos de consumo hace persistente la idea de los usos
del diseño en todas las parcelas de nuestro habitar el mundo. Todo esto podría
definirse bajo la imagen “del escaparate al museo”. Sin embargo, la cuestión se
hace más fascinante o al menos sugestiva cuando pensamos en el “escaparate como
museo”. Esta imagen no atiende a las galerías de arte, sino a las galerías
comerciales – aquellos pasajes que en su día elogiaba el flâneur de Baudelaire y que Walter Benjamin no perdió de vista en
ningún momento para categorizar el surgimiento de un nuevo París y una nueva
realidad social.
Novell/Puig Design, Luz de pared Morris, Lámpara en duralmond, 17x31´3x9cm,
1992
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Para comprender mejor esta idea comenzaremos poniendo un ejemplo de gran
resonancia internacional. Durante la campaña navideña de 2006, los escaparates de la
firma Louis Vuitton de distintas ciudades del mundo (Madrid, Barcelona, Valencia y Marbella en
estado español) exponían como único producto la instalación lumínica del célebre artista
danés Olafur Eliasson, Eye see you. El gran foco en forma de ojo -recuerdo también de aquel sol en el ambient (The Weather Project) que desarrolló en 2003 para la Sala de Turbinas
de la Tate Modern en Londres- se expone como una mirada hacia el espectador que
en este caso es consumidor. El ojo que mira proyecta una luz hipnotizadora
imposible de evitar. El riesgo cometido por la firma tuvo una gran recompensa al romper con las
barreras entre la tienda y la calle, llevar arte a un escaparate y atraer a un sinfín de
paseantes incansables de devolver la mirada al ojo vibrante de Eliasson.
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