lunes, 6 de abril de 2015

La invención de lo inútil. Kenji Kawakami

La invención de lo inútil. Kenji Kawakami


Dadá y el surrealismo se preguntaron sobre los límites sensibles y semióticos de los objetos, así como de las fronteras del propio objeto artístico. ¿Qué es arte? El consabido enunciado pone en alerta las viejas formas definitorias de las Bellas Artes y, no obstante, en el pasaje de las Vanguardias hasta la actualidad se observa una constante reiteración interrogativa que no se achica ante la perseverancia académica definitoria.

La creación y la invención van de la mano. Cuanto más osada es una pieza en el mundo contemporáneo, más reactiva se comporta con el público. Y, sin embargo, cuanto más ridículo es un objeto en el mercado de las inutilidades más cercano vive en el ámbito del arte. La extraña paradoja pareciera indicarnos que vivimos en la hora del té de los locos. “¡Ah! Artistas. Siempre viviendo en la fantasía”.
La mal llamada fantasía es el campo de la imaginación. En ella los visionarios hacen que los intersticios entre el arte y la vida sean compartidos y a veces intercambiados para ambos. Por eso, los artistas son los taumaturgos de la postmodernidad. Algunos, como diría Paul Virilo, son también llamados dramaturgos. Aún así, los artistas que nos interesa destacar aquí son aquellos que como en Le chant du Styrène, film de Alain Resnais de 1958, fabrican objetos  especialmente de plástico.

Con motivo de la exposición Le Bord des Mondes, Palais de Tokyo (18/02/2015 - 17/05/2015), queríamos destacar el trabajo del japonés Kenji Kawakami.
Sus “invenciones” son el origen de lo que se ha llamado chindogu. Es decir, son objetos creados desde los años 80’ en Japón, posteriormente producidos en todo el mundo, cuya misión debe ser absurda aunque siempre tienen que funcionar. Además en su decálogo se pronuncia la imposibilidad de ser comerciales y también deben mantener su extrañeza. De hecho, algunos han entendido los chindogus como un arma de resistencia política y poética frente al consumo masivo y mercantilización desmedida de los objetos. Por eso, todos ellos deben resultar inútiles.


Kenji Kawakami ha definido estos extraños objetos como un “juego intelectual para la estimulación del alma”. Sin embargo, el objeto extraño o enrarecido que se promueve en el contexto Arte quiebra el decálogo de los chindogus. El arte tiene sus propias normas. Y aunque exista una relación creativa estimulada mediante el “objeto inútil”, junto al chindogus, el objeto artístico posee otras “cualidades” que lo hacen situarse de otra forma dentro del mundo.




viernes, 13 de febrero de 2015

¿Por qué todo cae? La apuesta por la pintura en Enrique Radigales.


Enrique Radigales, Tótem Evanescente, LABoral, Gijón, 2014


¿Por qué todo cae? La apuesta por la pintura en Enrique Radigales.
Johanna Caplliure

La obra de Enrique Radigales se asocia a procesos artísticos que funden la tradición de la pintura abstracta con los Digital Media en una transformación de los propios medios. Cae la pintura y cae los New Media para avenirse bajo una nueva conducta procesual. Pero veamos qué quiero decir con ese “caer todo”.

En los Datascapes de Radigales observamos precisamente, como indica el nombre,  fragmentos de paisajes de datos: entendiendo los datos no solo como una forma de analítica o de exploración del mundo en forma geolocalizada sino como el propio mundo a modo de información. Una información que atiende a la traslación tonal de un paisaje real a un medio digital a través del lenguaje alfanumérico o como a él le gusta definir como un arte digital unplugged. Por eso mismo en su trabajo se entremezclan los sedimentos naturales con los virtuales, los engranajes ficticios y reales y los paisajes digitalizados con los píxeles informacionales de la realidad. Radigales digitaliza el paisaje mediante la abstracción de los colores hexadecimales; aquellos que mediante la notación alfanumérica componen la forma cromática de los objetos en el mundo html. Y es entonces cuando el paisaje en su forma más habitual, en la forma pictórica, cae.


Enrique Radigales, El barro y la paja, La casa encendida, Madrid, 2013
Pero si en el trabajo de Radigales es imprescindible la noción de paisaje también lo es la de ruina. En su serie Souvenirs o en sus Fragmento y nostalgia, este recupera un archivo que ha sido tirado a la basura del ordenador a través de la muesca que ha dejado sobre la memoria de este. Como un hueco de información persistente se recompone erosionado y diferente con su recuperación mediante un programa específico para su reparación. De aquí que la idea tradicional de los New Media basados en el trabajo sobre el error, la pérdida informacional o el planteamiento de un nuevo lenguaje se mantenga en la obra de Radigales por medio de otras formas. Caen los Digital Media y emerge una nueva pintura.
Enrique Radigales, File000325, Serie Souvenirs, 185x133cm, impresión de tintas pigmentadas sobre papel fotográfico, 2013.


Enrique Radigales, La Vigilia, 2014
Enrique Radigales, Doble distopía radial, 2014
Sin embargo, optar por la producción de una nueva pintura basada en el paisaje y el acercamiento al ámbito natural no se desarrolla de modo prosaico. Todo lo contrario. Su interés se cierne en admitir y demostrar de forma poética cómo la naturaleza y la tecnología, lo físico y lo virtual mantienen lazos de conectividad en torno a su desgaste o erosión, actualización o floración y también en cuanto a su consumo desmedido e irrecuperable. Por eso la pintura cae como tradición y, no obstante, la pintura es el envite de Radigales. 

https://vimeo.com/88857858

miércoles, 4 de febrero de 2015

Reírse del fracaso. Beatriz Lobo


Sin bling bling no hay gloria. Instalación. Museo MARCO. Vigo, 2013

Siempre he tenido debilidad por un arte outsider, aunque quizá este no sea su mejor momento. Sin embargo, en la estabilidad de las tendencias aparece de vez en cuando un artista que es capaz de devolvernos a una marginalidad y optimismo adolescente al que nos rendimos. Beatriz Lobo con su imaginario insaciable, rápido, vivo y personal engulle diferentes tipos de influencias tanto del consumo masivo de imágenes de la cultura basura, de las tendencias de las redes sociales, así como de los objetos del mercado más fútil. De hecho, algunas de esas estampas compuestas por la artista en sus pinturas e instalaciones (sus altarcitos) vienen de la visita y compra en “los chinos” o en las tiendas de “todo a cien” (ahora a 1€) y que precisamente son reflejo de una generación en la que el mundo entero se condensa en los pasillos de esas tiendas de barrio. Su lenguaje visual es colorido, alegre e incluso animista: hace reír a árboles y tiernas florecillas que nos miran con dulces ojos, pero detrás de todo – risa incluida- está el fracaso del sistema. El loser es el nuevo paradigma generacional que convive con el brillo y el estrafalario ritmo de “tú eres tu marca. Véndete lo mejor posible”.
“Dentro de ti hay una estrella si lo deseas brillará es el consuelo en bucle que cantan para despedirse los perdedores de un concurso de imitadores” dice Lobo pensando en el mítico programa “Lluvia de estrellas”.
Desde luego, si pensamos en su trabajo observamos el retrato más elocuente de nuestra desesperada generación. ¡Adiós, mundo cruel! Voy a por una bolsa de patatas fritas mientras espero que empiece el show de Bob Esponja. 
Johanna Caplliure




This New Technocracy. Óleo sobre papel. 2013



Magic Horror Serie, Óleo sobretela, 2013.

 

sábado, 31 de enero de 2015

Archivística del presente. On Kawara

Serie I Got Up, On Kawara, 1974


 I Got Up en un presente de continuo cambio. Me levanté. I got up at 9:25A.M.  
Y siempre en un lugar diferente. Y en un tiempo distinto. Porque todo ya no es lo que es.
Y el pasado se ha eternizado en la inscripción caligráfica de mi recuerdo.
Me levanto. A veces, incluso tarde. I get up at... Fuck! What time is there?
I don't remember the first time when I got up.

Johanna Caplliure

martes, 13 de enero de 2015